jueves, 16 de junio de 2011

EL JUEGO Y LOS NIÑOS




Los niños precisan necesariamente reír y jugar. Es una actividad esencial en el desarrollo. Fomenta la integración y supone una finalidad sin objetivo utilitarista, en la que subyace la libertad de elección. Jugando se desarrollan la afectividad, la psicomotricidad, la inteligencia y la creatividad, y se promueve el equilibrio afectivo y la salud mental.


Gracias al coleccionismo, hasta los niños más pequeños se crean una imagen del mundo propia, encuentran el sentido por ellos mismos y ordenan el mundo en relación con las cosas.


Con los juegos de movimiento, como correr y saltar, aprenden nociones de velociad, peso, gravedad, dirección y equilibrio. Al jugar con objetos los niños observan sus utilidades y cualidades, por ejemplo, abrir cajas, pulsar botones...


Según va creciendo el niño, irá cambiando la concepción del juego y será más elaborado: incluirá la fantasía y lo compartirá con sus amigos.


Alrededor de los 5 años el juego pasa a ser colectivo y es importante para su socialización. También desarrollan la competitividad. Y practican la comunicación, roles sociales, reglas,...


A los 6 y a los 7 años el juego colectivo se hace más cooperativo, por lo que los miembros del grupo se distribuyen funciones para conseguir el objetivo del juego.


Comienzan a jugar con consolas.


Ciertamente un niño que no juega sufre una patología.


El juego debe ser incentivado día a día, al menos hasta que termine la iknfancia. El juguete des una herramienta importante, fundamental para el desarrollo global del niño, por eso ha de diseñarse bajo la supervisión de psicólogos y pedagogos. Aquellos juguetes complejos que buscan ser perfectos, no permiten participar y muchas veces frustran porque, inexplicablemente, se estropean.


El juguete ideal es siempre el que inventan los niños, el que nace de la imaginación. Es muy positivo invitarles a crear juguetes con sus propias manos.


El mejor de los juguetes son unos padres dispuestos para jugar, unos amigos, un lugar donde poder hacerlo sin miedo a manchar con la plastilina o las acuarelas. El niño precisa divertirse, requiere tiempos par ajugar y dotarlos de un entorno seguro, lleno de amor. En un ambiente desajustado, no tienen cabida los juegos, por lo que se cercenarán logros emocionales e intelectuales. La activiad lúdica es fundamental, se debe regalar juguetes durante todo el año; sim embargo, actualmente el 80% kis traen los Reyes Magos en Navidad. Precisamente en este período no se debe comprar compulsivamente y dejarse guirar únicmente por los niños, pues éstos han sufrido la presión de la publicidad, que en Navidad es un auténtico bombareeo. El niño es utilizado como incitador de compra, es seducido para que se convierta en portador de marcas. Hay que razonar con ellos, poner límites, hacer comprender. Es muy positivo hacerles saber que hay otros niños que no tienen juguetes, que no tienen nada, que es una felicidad compartir, no acaparar; esta es una forma de regalarles la semilla de la solidaridad y de erradicar el temprano egoísmo.


Abarotar a un niño de juguetes, además de incapacitarlo para apreciar el valor de cada uno, le propicia ansiedad y la interiorización del más y más, del consumismo a ultranza. No se debe suplir con regalos el poco tiempo que se dedica a los niños.


A la hora de elegir es preciso tener presente la edad de los niños, deben tenerse en cuenta las preferencias infantiles, pues los niños analizan con juicio crítico las informaciones que les llegan y suelen saber lo que quieren, ha de buscarse la varieda, la versatilidad y la calidad.


Con estas pautas y con la premisa de que los mejores juguetes son los más sencillos y los que favorecen la creatividad de los niños, elegiremos aquellos que se adecuen a la edad de nuestro hijo.


De 3 a 5 años. En esta edad los niños preguntan mucho, aumentan sus habilidades físicas, revelan sentimientos y aprenden canciones, por lo que son aconsejables: los mecanos, los triciclos, las bicicletas, los cuentos, las grabadores, las marionetas, las casas de muñecas, los muñecos articulados, los juegos de mesa, los disfraces, los puzles, las cocinitas, los juegos de tiendas, las pinturas, las bolas para ensartar o los abalorios, los juegos de coser y los de anudar.


De 5 a7 años. En este momento de sus vidas pueden leer, dibujar, escribir, sumar y restar; son muy imaginativos y juegan en grupo, por lo que resultan interesantes: las bicicletas, los patines, las cometas, los juegos de mesa de preguntas y respuestas, los de memoria, los de cartass, el scalextric, los juegos manuales, los de experimentos, las pelotas.


Incentivemos siempre la curiosidad infantil, y nosostros adultos,¡démonos un tiempo para jugar!, nos lo agradecerán nuestros hijos, nuestra memoria y nuestro equilibrio afectivo!.


Sin olvidarnos de la responsabilidad que como adultos tenenmos de humanizar las ciudades y convertirlas en un entorno agradable, para que los niños puedan jugar unos con otros en los parques y en cualquier espacio al aire libre, y con más motivo ahora, cuando proliferan tanto los hijos únicos.


No hace ningún daño que los niños y las niñas jueguen con muñecas, con vaqueros o con coches de bomberos. De hecho, cuando los niños son muy pequeños es lo normal y lo más generalizado.


La identidad y la orientación sexual no se ven afectadas por esa libre elección. Igualemente, el hecho de que niños y niñas ayuden en las distintas tareas domésticas, ya sea arreglar un gripo o cuidar una planta, no interfiere en su evolución sexual y, sin embargo, elude discriminaciones.


www.javierurra.com Educar con sentido común. Javier Urra, licenciado en Psicología.